Quien se ha aventurado a las aguas, a la forma fluida del espíritu, que hace metamorfosis camaleónica que se fundamenta en el contexto en que se encalla, como cayuco, entenderá estas cartas para la navegación. Cual cenotes antiguos y misteriosos, llenos de trascendencia en su caudal, cada poema invita a sumergirnos en la palabra y redescubrir la piedra preciosa que cada una de esas aguas contiene.
Paolo Guinea Ovalle es un poeta virtuoso y consagrado. Quizás este es su trabajo más lírico y cercano a lecturas clásicas. La estructura, propuesta por él mismo y mínimamente editada, forma acompasadas olas de emoción que dan ritmo y lógica a su novena obra – primera editada por Serie Periferia.
Todo en esta obra es marea y agua. Es captura de espíritus como peces mágicos de viento interacuático. Así, pues, el trasmallo será aquello que recogerá cada alma de esta aventura a la pesca de la «palabra nueva»: aquella forma de advertir un descubrimiento de manera sencilla por medio del poema.
Nos encontramos ante un poemario excelso, mágico, lleno de espiritualidad y conocimiento. Bebamos, entonces, de la ambrosía que propone: ese océano insondable o gota de lluvia minúscula, dependiendo del ojo, en cada copa.

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