Para resucitar la literatura hoy día - Algunas palabras sobre A quién le pertenece mi cuerpo, de Edit Guevara
Edit Guevara entrega una primera colección de narrativa que transgrede la heteronormatividad y el patriarcado a través de una alegoría del viacrucis, tal como lo planteó en su momento la escritora brasileña, Clarice Lispector. Habrá de recordarse la intertextualidad existente entre El viacrucis del cuerpo, de Lispector, con otras obras, como Crónicas para sentimentales, de Jacinta Escudos. Así, llegamos a la periferia literaria guatemalteca para descubrir una versión propia, desde una perspectiva joven y fresca.
Guevara ha participado en varias antologías, incluido El hábito secreto, de esta casa editorial. Anteriormente, colaboró con Editorial X, la Universidad de San Carlos de Guatemala y la antología 20/30. En cada una, su trabajo destacó por las imágenes honestas que proyecta, además del trabajo psicológico de los personajes que atraviesan por situaciones bastante particulares, ya por su cotidianidad, o por su magia.
En A quién le pertenece mi cuerpo, Guevara representa algunas de las estaciones del viacrucis de manera sutil. El orden de los cuentos, propuesto por la autora y trabajado en conjunto con el editor, dieron a luz a una lógica casi procesional en la que cada narración tiene algún tipo de relación simbólica con elementos propios del cuerpo, su metamorfosis y el viacrucis al que nos enfrentamos día a día.
Niña durmiente abre el conjunto y nos muestra una sentencia de muerte clara y directa. La posición del narrador nos enfrenta a una psicología patológica en la que el sueño es comparado a la muerte: dos realidades que no se explican desde cualquier punto de vista. Luego, Volver a empezar nos lleva al destino de una vida cruel donde se sufre una y otra vez; donde se carga una cruz invisible.
Las reminiscencias a María y las estaciones de la Pasión están presentes en cuentos como Los días que se desvanecen, en donde se puede interpretar simbólicamente el deseo de la maternidad, la mutación y la desaparición como un paso por la tierra misterioso que plantea más dudas que clarificaciones sobre la presencia, o no, de estas figuras icónicas en el «mundo sensible».
Vemos una relación con la crucifixión en Heridas de casa, que además juega con el doble significado del título cuando no se cuenta con el recurso visual, o bien, se habla español sin enfatizar la z. Heridas de caza o de casa. Heridas que abren camino a portales de nuevos sentidos, con violencia y honestidad brutal.
Así, Guevara nos lleva hasta una resurrección en Transformación, que recuerda a lecturas como La ruta de su evasión, de Yolanda Oreamuno, pero no por eso perpetúa, sino demuestra las huellas del patriarcado y la heteronormatividad a pesar de la libertad que Guevara se da en múltiples oportunidades a lo largo de esta extraordinaria y actual colección de relatos. El personaje femenino muta, hay una metamorfosis y vida nueva.
Este trabajo finamente cuidado es evidencia del gran trabajo artístico y multidisciplinario presente en las autoras actuales que, sin duda alguna, desvelan realidades y apalabran necesidades, denuncias y demandas propias de nuestro tiempo y nuestra responsabilidad política y social. Guevara ha entregado una ópera prima mordaz y astuta. Seguramente su camino literario será largo y fructífero, con esa esencia rebelde y reveladora que solo el lenguaje puede otorgarnos.
Luis Pedro Villagrán Ruiz
Director de Serie Periferia
Nueva Guatemala de la Asunción
Mayo de 2022
Comentarios
Publicar un comentario