Esta es, suerte mía, la segunda vez que acompaño a Atrabilis para emprender su viaje y, verdaderamente, es un honor que va más allá de lo que podría desear. La primera vez que lo tuve en mis manos, al leer el título, tuve que hacer una pausa para buscar en mi cerebro una definición que no encontré. Atrabilis no es una palabra común. Así que me acerqué al diccionario y la busqué: «Uno de los cuatro humores principales del organismo según las antiguas doctrinas de Hipócrates y Galeno» y «Sustancia del cuerpo humano que, en la medicina antigua, era causante de la melancolía, la hipocondría y la manía», también era llamada bilis negra.
Aún hoy en día se le llama atrabiliarios a quienes padecen de estas enfermedades, dice Wikipedia, mientras yo me pregunto si todavía podemos considerar a la melancolía como enfermedad, con todos los prejuicios que esta palabra conlleva...
Dejando de lado a aquelles que quieren gobernar las palabras y, por lo tanto, gobernar lo que pensamos, creo que Atrabilis es el título perfecto para este poemario, porque si algo encontramos en estos textos es la melancolía y el dolor por aquel amor perdido.
de qué color amaneció el cielo
ni qué fecha marca el calendario.
el camino de regreso.
Y claro, tanto el amor, como el amor perdido son temas que han sido tratados y vueltos a tratar en miles de libros de poesía, porque, como solía decir una catedrática mía, «en literatura no hay nada nuevo». Es decir, los temas sobre los que se puede escribir son finitos, lo que difiere de un libro a otro es la voz. La voz de la o el poeta, esa voz que nos atraviesa, que nos hace reflexionar, que nos hace sentir que se está dirigiendo exclusivamente a nosotres.
Eso es lo que encontramos en Atrabilis, una voz limpia, clara, concisa, de esas que dicen mucho en poco espacio y nos dejan con el temblor en el corazón y la idea de que hemos descubierto el tesoro, la luz, la entrada a los cielos. La voz de Emmanuel:
No fui.
No soy.
No seré.
La vida sigue, me dicen,
Sin embargo, lo que más me ha atraído de los textos de Atrabilis es la ironía, la sonrisa de lado, el hecho de tomar la tradición religiosa impregnada hasta en los huesos de esta sociedad patriarcal, machista, mojigata y conservadora y moldearla (como trataron de hacer con nosotres) para decir lo que se necesita decir:
No creo en Dios.por los siglos de los siglos.
Amén.
Además, Atrabilis puede verse como un recorrido que nos adentra al bosque que es la poesía de Emmanuel. Si en los primeros textos, que conforman la sección «Desvaríos», conocemos la voz del poeta, en la segunda sección, «Intertextualidades», nos presenta un poco de su genealogía, las madres y abuelas de sus palabras para, finalmente, en la tercera sección, «Elucubraciones», sumergirnos en un juego de palabras que se cruzan con la matemática, la biología y siempre —siempre— la ironía:
Serendipia es:[...]
Diseñar el modelo atómico gracias a un sistema solar onírico.
Niels Bohr
Haber dado con el amor sin método, planificación ni exactitud.
Un poeta ignorante.
Si entras a Atrabilis no saldrás indemne, no serás igual. La voz de Emmanuel se habrá colado entre las palabras de sus poemas y te acompañará. Su ironía jugueteará con tu día a día y sonreirás porque sabrás que un cambio se ha operado en ti. Y allí, amigas, amigues, amigos, es donde reside la magia que están a punto de descubrir.
Susana Álvarez Piloña
Guatemala, abril de 2022
SANTO
Tres veces
me preguntarán tu nombre
y yo lo negaré.
Y luego de apostatar
de tu imagen, de tu existencia,
de tu breve paso por mi tiempo,
vendrá un suplicio de clavos y espinas,
la sangre derramada, el sollozo inquieto.
Mi estigma quedará listado
en hagiografías y martirologios
que hablarán del amor que te profesé.
Peregrinos llegarán de todas partes
para venerar al hombre virtuoso
que nunca jamás te guardó rencor.
Y como una bellísima escultura barroca
repleta de crueldad innecesaria,
me verán inmóvil por siglos
—con la mirada hacia el cielo
y el sufrimiento encarnado—
portando los atributos de mi martirio.
En una mano sostendré la calavera;
en otra, un ramo de azucenas marchitas
y sobre mi pecho, un corazón en llamas.
COTIDIANO
A Ida Vitale
No entiendes cómo
pero algo abrasa tus entrañas,
las agosta.
Pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
en la insoportable quietud
del sueño mutilado.
Intentas repetir
el brevísimo instante de la chispa.
Te aferras, como no deberías,
a la tibieza de aquel destello
que un día cegó tu corazón nictálope.
El fuego te llama, pertinaz,
pero estás cansado.
Prefieres convertir grava en légamo,
sorber cada gota fresca,
cerrar cada grieta mínima.
Y entonces,
contra lo urente, manas.
Abandonas tu aridez tremenda,
dejas que un torrente salobre
te humedezca el rostro.
Así huyes
del espanto impreciso.
Renuncias a tu labor de ceniza.
Procuras no volverte polvo
en cada orilla diáfana.
Y un vaho se levanta impune
pues tus lágrimas,
cual minúsculos prodigios,
han cambiado para siempre
la ordenación del mundo.
Próximamente disponible.
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