Una narración cuasipoética y surrealista que se mezcla con nuestros «ensueños húmedos residuales» que tememos develar y... aceptar. Carolina Pineda nos presenta una serie de recuerdos –o tal vez hechos– memorables por su escasez de «moralidad» –podrían decir algunos–, pues es una propuesta literaria que cuestiona y expone la sexualidad masculina y femenina al estilo de un filme gore.
Moi, como sustantivo o quizá como pronombre francés – Moi o [Mua]–, ¿será un reflejo del yo? «Mi nombre ahora es Moi, nombre de pesadilla. Tengo el rostro más apagado que en la vida real».
El fluir de la conciencia y la imaginación... no discernir entre lo real y lo ficticio. «Es peligroso vivir de evocaciones sobre mi cuerpo». Las evocaciones constantes y la rapidez narrativa nos brindan una sensación de vida efímera; un instante... un episodio repetitivo que bien podemos observar en un cuadro de Francisco de Goya.
Paola Méndez-Moreno
Ciudad de Guatemala
4 de diciembre de 2021
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teiemepeo
Esperando no llorar por el resultado de un test de embarazo, Moi echó un vistazo a la habitación. En la mesita junto a la cama no faltaba nada, excepto ese objeto dorado de extrañas cifras dispuestas dentro de un círculo custodiado por dos ángeles, cuya pérdida auguraba algo espantoso.
No se encontraron huellas del posible ladrón. Estaba fatigada, abatida, con el pelo rizado y tostado sobre sus ojos negros brillantes... Cuando lo vio escribir su testamento.
«¿Quién será su heredero?», se preguntó Moi acariciando su vientre. Recordó que vos la trajiste a esta casa; ignoraba que te convertirías en su proxeneta de los domingos por unas cuantas botellas de vino. Moi, por unas horas; la puta deliciosa de tu padre.
Por cierto, su miembro era perfecto... No como el tuyo; retorcido. Padre e hijo tenían la misma altura, los brazos fuertes y bien definidos igual que las piernas. Poseían cuerpos hermosos y ella no podía quejarse... Aunque... hum, el aliento con olor putrefacto le impedía besarlos.
De pronto, interrumpió sus recuerdos, ante unos murmullos que tu padre le dirigía. Repetía una historia envuelta en susurros jadeantes sobre un objeto dorado que dictaminaba todo lo que debía hacer en ciertos momentos precisos de su vida.
—¡Devuévelo, tú lo tienes, tú lo robaste, debo saberlo! ¡Devuélvemelo! Todo depende de si lo recupero ahora!—, gritó, abrazando fuertemente un ormolú contra su pecho y, por un momento, Moi, atónita, vio cómo los ángeles desprendieron las agujas del reloj y se las clavaron a un costado del esternón. Ella aún conserva la imagen de una alfombra dorada teñida de escarlata que pisó al intentar escapar de la habitación.
Cuando tu padre enfermó, Moi no podía visitarlo para evitar el escándalo y vos la alejaste de él y la abandonaste. Mañana en la audiencia, en un instante patético, Moi acercará su lengua a los testículos del juez para ensalivar su testimonio. y dirá:
—Mi delito es estar muerta y muerta olvidé perdonar...
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Carolina Pineda - Moi - Serie Periferia
Disponible en Sophos y Libro Abierto.
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